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Foto: eloiroudaire77 en Pixabay

Atando cabos en el tablero global

24 mayo, 2024 | Ricardo Changala

El presidente argentino acaba de enredarse en otro lío internacional.

Más allá de los dimes y diretes específicos y de las reacciones del gobierno español, conviene revisar este episodio de forma más profunda, no tanto por el personaje central del mismo, sino por lo que subyace, lo que hay detrás, lo que interesa realmente[1].

Durante su aún corto período presidencial (recordemos que asumió el 10 de diciembre de 2023), que parecen siglos por la cantidad de hechos que se generan y las consecuencias que provocan, el presidente argentino ha estado viajando mucho.

Casi una quinta parte de su período en el gobierno ha estado fuera del país en actividades que, en su mayor parte, no han sido oficiales, sino de índole “personal”, como ahora en España.

Y donde ha estado? Con quien ha estado?

En USA (varias veces), Israel, Davos, Madrid; se ha reunido con sectores políticos y religiosos ultraconservadores, con empresarios y voces del pensamiento más conservador o reaccionario en el mundo. Incluso entre los pocos desplazamientos que hizo dentro de su propio país, el principal ha sido para reunirse con la jefa del comando sur de los EE. UU de América.

Mientras tanto, el actual gobierno argentino ha tomado medidas internacionales relevantes como el abandono del proceso de integración a los BRICS, el expresado alineamiento total con USA incluyendo votaciones en el seno de la ONU, etc.

Que lectura puede hacerse de estos movimientos del presidente argentino?  Se trata de delirios de grandeza, de acciones espontáneas, ocurrencias, torpeza nihilista?

Sin perjuicio que algunos o todas esas notas puedan estar presentes, mejor es analizarlo desde otra perspectiva.

Milei basa su política internacional y sus principales decisiones nacionales, en la toma de partido por uno de los grandes bandos en pugna en el escenario de crisis civilizatoria actual.

Claramente, desde que anunciara el abandono de la moneda propia para adoptar el dólar norteamericano, su decisión es nítida: se trata de estar en cualquier circunstancia en el eje de los que habitualmente se llama el “bloque occidental” (USA, UE, OTAN, Israel y otros aliados).

No es difícil pensar que la elección de Pedro Sánchez como víctima de sus insultos y desplantes, alguna relación debe tener con la decisión española de reconocer la calidad de Estado a Palestina.

Ya no pueden caber dudas de la existencia de un conflicto global (que naturalmente tiene múltiples expresiones locales o regionales) entre este bloque occidental y el otro que tiene como principales potencias económicas y militares a China y Rusia.

Recurrentemente, para explicar el momento actual, se menciona la idea de la “trampa de Tucídides” que el historiador griego desarrolló para analizar la guerra del Peloponeso, pero que más recientemente, Graham Alison (2015) la utilizó para dar cuenta de al menos dieciséis ejemplos históricos en la que se ven involucradas dos potencias, una en declive y otra en ascenso.

La trampa implica que, la tensión entre ambas potencias puede conducirlas a una guerra por la hegemonía en la que la gran potencia venza y asegure su primacía, o pierda y sea reemplazada por la potencia en ascenso.

Este escenario, a fines del siglo pasado era impensable.

Al contrario, se hablaba del fin de la historia, de la imposición absoluta y para siempre del capitalismo norteamericano y la solidificación de la Unión Europea, con la incorporación masiva de más países, la mayoría provenientes del ex campo socialista.

A principios de este año 2024, el investigador francés Emmanuel Todd presentó su nuevo libro: “La derrota de occidente”.

Este autor, a mediados de los 70 publicó un libro en el cual anunciaba el desmembramiento de la Unión Soviética, así que tiene antecedentes sólidos para, al menos, atender con interés sus opiniones.

El 22 de febrero de 2022 es una fecha clave en el contexto global.

Ante la llamada “Operación especial” rusa en Ucrania, la OTAN vio la oportunidad de que se produjera la primera opción de la “trampa de Tucídices”: la victoria de la potencia hegemónica ante la emergente.

Desde ese momento, se desarrolló una gigantesca estrategia política, militar, económica y comunicacional para provocar la derrota rusa.

A pesar de que, menos de un mes después de la entrada en Ucrania, ambos países habían llegado a un acuerdo (hace poco se conoció el texto íntegro que no implicaba la cesión explícita de ningún territorio ucraniano), la OTAN decidió seguir adelante con la guerra.

Además, se fueron implementando múltiples medidas de sanción económica y política contra la Federación Rusa, sus medios de comunicación e incluso sus deportistas.

Adicionalmente, de forma expresa e incluso en documentos oficiales de la OTAN, se ubicó no solo a Rusia como enemiga de occidente, sino que también a China se le incluyó como objetivo a enfrentar y derrotar.

Con el paso del tiempo, como dice Todd en su libro, no solo Rusia se ha ido imponiendo militarmente, se ha fortalecido económica y financieramente, ha solidificado su relación con China, sino que, además, ha sido la Unión Europea la más afectada por la ruptura de relaciones comerciales con el gigante eslavo.

Además, ha desnudado las notables limitaciones del sector industrial armamentístico norteamericano que, en la actualidad, no tiene capacidad para responder adecuadamente a los requerimientos de la guerra en el este europeo.

Como si esto fuera poco, los hechos que se desarrollan desde octubre de 2023 en Palestina e Israel, complejizan aún más la situación político-militar mundial, en especial para el eje occidental.

No es momento ahora de analizar en profundidad este conflicto que cada vez se extiende más geográfica y políticamente, pero no cabe dudas que “occidente” no está pudiendo imponer su hegemonía sino que, al contrario, está sufriendo varias y serias contradicciones en su seno.

Del otro lado, resulta indudable el fortalecimiento económico y militar de China y Rusia, así como de otros países asiáticos como Irán o la India.

Desde ese lugar, por un lado pretenden detener los avances “otanistas” sobre sus líneas de seguridad (razón esencial de la guerra en Ucrania y de la tensión constante en Taiwán), pero también, en especial China, aumentar notablemente su peso en el sistema económico mundial.

En este contexto, los diversos países del mundo se ven obligados, lo quieran o no, a tomar partido porque el escenario bélico tiende a generar opciones binarias: conmigo o con el enemigo.

Aún cuando no sea la voluntad de un país, el planeta se transforma en un “campo de marte” del cual difícilmente se tenga salida.

Ello se expresa en situaciones que no siempre se divulgan mucho en nuestras latitudes.

Por ejemplo, el 24 de abril pasado Estados Unidos anunció que retiraba sus tropas de Níger, sumándose a la reciente decisión de Francia de sacar su presencia militar del país africano tras el golpe de Estado de 2023.

Anteriormente, otros países de la zona, conocida como el Sahel, también provocaron la salida de militares franceses, rompiendo décadas de presencia en sus excolonias.

Pero, además, en el caso de las fuerzas norteamericanas, es por demás significativo que, en el mismo momento de su retirada, ingresaron instructores del ejército ruso para la instalación de sistemas antiaéreos como parte del acuerdo militar firmado con la Federación Rusa.

Otro ejemplo claro es lo que viene ocurriendo en la Corte Internacional de Justicia.

La demanda presentada por Sudáfrica contra Israel y los sucesivos pasos procesales que ha seguido, ha provocado un alineamiento político evidente: los BRICS y aliados, de un lado y del otro, al menos parte del bloque occidental.

Por su lado, en Asia sudoccidental (mal llamado cercano oriente), distintos países y grupos armados también han ido tomando partido, convirtiendo la zona en un escenario bélico múltiple.

Similares consideraciones pueden hacerse en las votaciones recientes en la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU sobre diversos aspectos relacionados con Palestina, donde también se observaron alineamientos, aunque con variaciones según temas y momentos.

Que rol juega el presidente argentino actual?

Más allá de su confeso alineamiento con el eje occidental, su narrativa es punta de lanza hacia la ruptura total del mundo construido a partir de la segunda guerra mundial lo cual es una de las posibles “salidas” para el poder dominante en crisis y alto riesgo de ser superado por las fuerzas emergentes.

El llamado “anarcocapitalismo” que considera criminales a las entidades estatales y por tanto, desprecia totalmente las estructuras multilaterales, es plenamente funcional para destruir esa estructura institucional posterior al año 1945.

Si las entidades financieras y políticas construidas en aquellas épocas ya no resultan adecuadas ni pueden ser plenamente contraladas por la potencia hegemónica y aliados, entonces, deben desaparecer.

El reciente episodio relacionado con el Fiscal de la Corte Penal Internacional solicitando orden de arresto para las principales autoridades israelíes y del movimiento Hamas, demuestra lo anterior, ya que antes y después de esta decisión, gobernantes de USA y otros países han realizado declaraciones amenazantes contra la CPI en su conjunto, minando la existencia y funcionamiento de uno de los pilares institucionales de esa estructura internacional posterior a la segunda guerra mundial.

El credo liberal (así lo presentó Milei en Davos), es claramente funcional en la búsqueda de alineamientos sostenidos, no ya en acuerdos políticos o criterios racionales de desarrollo, sino en fundamentalismos religiosos, espirituales o de conveniencia mutua entre los feligreses de dicho clero.

El resto, no interesa en absoluto.

La actual etapa de desarrollo del neoliberalismo, con un protagonismo y espacios de decisión cada vez mayor a favor de las corporaciones incluso por encima de los Estados, también mira con mucho interés el discurso mileista que declara héroes a los grandes capitalistas, aún cuando violen sus más elementales obligaciones impositivas y que pretende llevar al mínimo su regulación al mismo tiempo que tender a la desaparición de las bases principales del derecho laboral.

En tiempos de la segunda guerra mundial, luego de dudas iniciales de parte de algunos gobiernos, la región latinoamericana en su conjunto tomó partido por los aliados por lo que, no existieron conflictos en ese sentido.

Sin embargo, la situación actual es muy diferente por lo que requiere, tanto a nivel nacional como regional, toma de posiciones políticas, económicas e incluso éticas suficientemente sopesadas y con legitimidad social, si no se quiere caer en una situación insostenible.

Y además, sin perjuicio de las opciones binarias que la guerra ofrece, siempre existe una tercera opción: la paz, el diálogo y la convivencia, aunque hoy día pareciera que ese camino no sea recorrido por casi nadie.

 

 

 

 

[1] https://www.elperiodico.com/es/politica/20240519/psoe-exige-feijoo-condene-intolerables-102601709