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Foto: Gustavo Pineda

LA ESPIRITUALIDAD INDÍGENA DE EL SALVADOR

15 mayo, 2024 | Gustavo Eduardo Pineda Nolasco

El Salvador nació como una república eminentemente ladina.  La negación al indígena salvadoreño ha provocado no pocos conflictos en el pasado.

Virginia Tilley, en su libro ¨Seeing Indians¨ identifica más de 40 levantamientos de los indígenas durante y después de la colonia. Estos levantamientos (o ¨motines¨ como se calificaban en la época colonial) terminaban con una grave represión a los indígenas.

Los indígenas, como vasallos de la Corona española, tuvieron derechos y uno de éstos fue el derecho a las tierras comunales y ejidales. En 1880 el Estado salvadoreño suprimió este derecho y esto condenó a los indígenas a una miseria extrema y a un descalabro de sus formas organizativas y su cultura, incluida la espiritualidad indígena.

Sin embargo, ésta ha logrado sobrevivir en los cultos sincréticos cuyo significado último y nuclear, finca en la cosmovisión ancestral mesoamericana. Es esta espiritualidad, junto con otras manifestaciones culturales, que aún sobrevive y resiste, convirtiéndose en parte esencial de la identidad de los pueblos indígenas de El Salvador.

Los historiantes de San Antonio Abad, en las faldas del volcán de San Salvador, aún danzan disputándose reinos medievales, chocando sus viejas espadas que han preservado desde ¨la antigüidá¨. En este guerrear danzando, moros y cristianos se lían en pleitos, muy ajenos a las feroces y crueles guerras de Ucrania o de Gaza, y todo esto en el contexto de las fiestas patronales del lugar a inicios de año.

Aun cuando estas danzas se inscriben en el contexto del cristianismo y las guerras contra los moros, pertenecen al culto sincrético donde los elementos indígenas saltan a la vista. Un ejemplo de eso es la música de pito y tambor, cuya estructura no suena occidental. Los pueblos indígenas precolombinos, tenían sus propias danzas donde evocaban viejas batallas, luego éstas fueron sustituidas por el teatro de moros y cristianos en la época colonial.

Los historiantes se toman muy en serio la danza, pues al final es una ¨ofrenda¨ para el santo, que en este caso es San Antonio Abad, cuya imagen es a veces acompañada de un cerdo (¿cuche de monte?) que a lo mejor evoca algún nahual o deidad ancestral.  Por cierto, también el ¨cuche de monte¨ tiene su danza que a lo mejor está vinculada con el santo agasajado y su acompañante.

En Izalco, don Alonso García, abuelo que funge como mayordomo de las Cofradías de Altares Mayores del Padre Eterno y María Asunción (municipio de Izalco, Sonsonate), es un guardador emblemático de las tradiciones indígenas. Él llama al Padre Eterno, el ¨Managua Mayor¨ equivalente a Tlaloc, y a la Virgen María Asunción, la asimila como ¨Metzti¨ o la Madre Luna. Es interesante cómo esta cosmovisión se encuentra muy ligada al tema de la lluvia y el agua como elemento principal.

En la cosmovisión nahua, los Muchachos de la Lluvia (Señores de la Flora) son los héroes mitológicos que descubrieron el maíz, partiendo el cerro primigenio de donde surgió la vida: el maíz que recibió directamente el rayo, se tornó negro, el que estaba un poco atrás, se hizo rojo; el que apenas recibió el fuego del rayo, se puso amarillo y el último se quedó blanco.

De ahí los cuatro colores direccionales de la cosmovisión mesoamericana; rojo al oriente, negro al occidente, blanco al norte y amarillo al sur.

Por su parte, la cuyancúa, animal fantástico, mitad cerdo y mitad culebra, aún emite su sonido para señalar el inicio de lluvias, según narran los abuelos:

¨Tenemos la leyenda del Cadejo, que no es leyenda, ese yo lo ví cuando era joven¨ dice don Alonso quien aún celebra la ¨bendición de la semilla¨ como parte del ciclo agrario.

Izalco tuvo un papel principal en los sucesos del levantamiento de 1932 pues los indígenas mantenían sus formas tradicionales de organización y la confrontación alcanzó niveles dramáticos.

Los indígenas mataron al alcalde municipal, pero el ejército y sus aliados colgaron al líder Feliciano Ama, violaron a las mujeres indígenas para después salir blandiendo los refajos como si fueran banderas, y llenaron varias fosas comunes con los cuerpos de los masacrados por las ametralladoras. Aún cada invierno,  la lluvia descubre las osamentas en El Llanito, un terreno donde están las ruinas de una iglesia colonial y donde según se dice, existen varias fosas comunes de los masacrados en 1932.

Fue muy clásico que el partido de derecha, Alianza Republicana Nacionalista ARENA, iniciaba las campañas electorales en Izalco, Sonsonate, porque ahí ¨se derrotó al comunismo¨ haciendo alusión a los eventos de 1932, lo cual era para los indígenas, algo ofensivo dado que se festejaba el genocidio prácticamene.

Cierto año, los indígenas se organizaron y justo después de la rimbombante inauguración de campaña, decidieron realizar una ceremonia ancestral a la que inclusive, se sumaron unos Tatas mayas de Guatemala en el parque de Izalco, justo en el área donde fuera ejecutado Feliciano Ama, líder indígena en el contexto del levantamiento de 1932. Curiosamente, ese año el alcalde de ARENA perdió las elecciones y cuentan que, cierta noche salió gritando a la calle ¨¡esos brujos, esos brujos!¨ …

Doña Elba Pérez es originaria del municipio de Santo Domingo de Guzmán en Sonsonate. Es el único municipio donde aún se pueden escuchar en la calle, aunque en voz muy baja, el idioma náhuat. Sobreviven al menos unas decenas de nahuablantes.

Doña Elba ha sido veterana de las primeras organizaciones indígena y miembro de la Asociación Nacional de Indígenas de El Salvador, ANIS.

A inicios de los 80, cuando comenzaba el conflicto armado, doña Elba habría sido perseguida al igual que varios indígenas por motivos políticos; los escuadrones de la muerte, llegaban a Santo Domingo de Guzmán para secuestrar y ejecutar a varias personas, pero especialmente a indígenas, varios de ellos, nahuablantes.

El temor llevo a la Noya Elba, a hacer sus zahumerios cierta noche, ya que ella presentía que podían llegar ¨a sacarla¨ los escuadrones de la muerte. Efectivamente se hicieron presentes pero, al sentir el olor al zahumerio, los asesinos se asustaron y prefirieron huir antes de que un hechizo les cayera encima…¨vámonos que esta vieja puta es bruja¨ alcanzó a oir la Abuela Elba. Así se salvó doña Elba, con su propia energía de chamana.

El Tata Miguel Amaya (de grata recordación) fue uno de los más notables líderes en Cacaopera; una de sus tareas fue la de preservar las tradiciones del pueblo cacaopera o kakawira, lo que incluía desde luego, la espiritualidad.

Miguel también se mantenía haciendo ceremonias en los lugares sagrados, revitalizando estas tradiciones. En Cacaopera, por ejemplo, se habla de que cierto miembro de la cofradía se llama “Misilan” que se traduce como “hombre del sol”. El ¨Misilan¨ desempeña un papel importante en el seno de la cofradía pues es el que en las ceremonias, saluda a las cuatro esquinas del  universo y reza una versión del Padrenuestro en idioma pisbi o cacaopera:

“Paika kirika jala ukar karaji amu. Bakaka kari karaji ‘jabira aira pis, pistaka kakai pis maika durra – maj karaji amu. Nikiala karat ajma- kirika kari nikat lantaka, bakaka kari karaji ‘jiraka, maj mataka karaji bakaka ‘jiraka waka kusniwatiala ‘jiraka inrrina aukat ‘jiraca indi”.[1]

Traducción:

 “Padre nuestro que habitas en el cielo bueno con las personas. Venga tu palabra, en la madre tierra como en el cielo, danos el maíz nuestro de cada día, bueno con los malos, como nosotros amamos a los buenos y los malos, no ando cayendo en lo malo. Quítese todo mal. Así sea”.

 Según las leyendas de los cacaoperos, éstos descienden de los matagalpas de Nicaragua y fue una migración que hicieron ¨volando desde Matagalpa¨ hasta lo que hoy es El Salvador.

Cierta vez, Miguel Amaya pidió a los Guías Espirituales reunirse para pedir por la lluvia. Subieron a un cerro y poco antes de terminar la ceremonia, apareció una nube pequeña, que se fue extendiendo en el horizonte hasta desencadenarse unas verdadera tempestad. Al verse rodeado por tremenda tormenta, Tata Miguel empezó a pedir angustiado, a los demás Guías Espirituales que ¨pararan la tormenta¨ cosa que fue imposible y quedó como evento cómico.

En el presente, el Tata Samuel, un joven Guía Espiritual relaciona las sirenas de los relieves de la iglesia de Cacaopera, con las fuerzas acuáticas de la cosmovisión kakawira.  El Tata tiene capacidad de leer el Fuego Sagrado y continúa muy comprometido con la continuidad de los conocimientos ancestrales de este municipio.

Actualmente, se han logrado ordenanzas municipales de derechos indígenas en 12 distritos del país, las que sustentan el derecho a las manifestaciones culturales de los pueblos indígenas de El Salvador, a pesar de que los pueblos indígenas han vivido un fuerte proceso de desmontaje de su cultura.

Por su parte, el Ministerio de Cultura, ha declarado Centros Ceremoniales Sagrados los lugares arqueológicos de Tazumal, Casa Blanca, San Andrés y Cihuatán donde los Guías Espirituales pueden celebrar sus ceremonias con toda tranquilidad.

Pero viene el Día de la Cruz, y en varios hogares, se coloca una cruz hecha de palo de jiote y adornada de frutas, justo cuando el sol está en el cénit, señalando el centro de la cruz del universo, es el momento en que el cielo y la tierra se unen a través de la lluvia, el momento de la fertilidad, de inicio del tiempo.

A lo mejor estos significados se han perdido, pero la cruz indígena, sincrética sigue vigente. ¿quién sabe por cuanto tiempo? Eso ya pertenece al reino del acaso: a lo mejor los moros y cristianos que danzan por siglos peleando imposibles reinos medievales en las faldas del volcán de San Salvador, tengan la respuesta.

 

 

 

 

[1] Entrevista al Tata Samuel Márquez de Cacaopera, Morazán. 16.08.2022