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Foto:bmoreprep en Pixabay

Milei y el descubrimiento de América

24 enero, 2024 | Ricardo Changala

El discurso pronunciado por el presidente argentino Javier Milei en el Foro de Davos de enero de 2024, generó múltiples comentarios, en general muy críticos.

En medio de un viaje sin escalas al Siglo XIX, la descripción de un mundo floreciente forjado por empresarios héroes y próceres libertarios, un cúmulo de datos falsos y análisis insostenibles carentes de mínima complejidad conceptual e insólita equiparación de buena parte de las ideologías políticas que no son de su agrado, pudimos conocer una característica de Milei que, al menos hasta el momento, no se había mencionado: no es muy afín al trabajo.

Su exposición en Davos, en lo esencial, no fue más que una repetición de anteriores discursos y ponencias que realizara para distintos auditorios en los últimos años. Apenas culminada su intervención, las redes se plagaron de grabaciones anteriores que no dejan duda alguna al respecto.

Pero además, el presidente argentino, durante su estancia en el pequeño poblado helvético, tuvo tal cantidad de envío y reenvío de mensajes por redes que hace temporalmente imposible que haya hecho algo más que ello.

Mucho trabajo diplomático necesario en este tipo de ámbitos no parece haber tenido, a pesar de que no dedicó demasiado esfuerzo a preparar su intervención.

Sin embargo, lo expresado anteriormente no debe presumir irrelevancia en la participación de Milei en Davos. Por el contrario, considero que la exposición del inquilino de la Casa Rosada contiene aspectos reveladores no solo de la concepción sino del rumbo político del actual gobierno del país sudamericano.

Entre los múltiples aspectos que merecerían comentarse, quisiera centrarme en tres puntos que, al menos hasta el momento, no han merecido mayores análisis que se conozcan.

En primer lugar, durante su discurso, Milei sostuvo que sus concepciones son un “credo”.

Aunque fue dicho al pasar, la afirmación merece analizarse porque significa, por un lado, que más allá de criterios racionales, estamos ante un presidente que actúa a partir de una fe que comparte con otros formando una comunidad religiosa y que, como ocurre en el catolicismo desde el año 511 de nuestra era, implica una liturgia, un rito que se recita porque así se ha establecido.

Por tanto, no admite argumentos o criterios racionales en forma de cuestionamientos.

Así planteado, el dogma no habilita espacio para el debate, diálogo ni menos para acuerdos que impliquen modificaciones a las bases de esa convicción.

El segundo aspecto que quisiera destacar fue el vínculo que hizo Milei entre la agenda de protección de la naturaleza y la lucha contra el cambio climático, con las reivindicaciones feministas, la libertad sobre el propio cuerpo y la regulación de la interrupción voluntaria del embarazo.

Luego de cuestionar la búsqueda por la equidad e igualdad de género que entiende ya están resueltas en su credo liberal, arremete contra la lucha por la conservación y protección de la naturaleza afirmando, falsamente, que una de las herramientas escogidas para ello es la regulación demográfica, la disminución de los nacimientos, para la cual, dice, se auspicia el “sangriento” aborto.

Es evidente la gran falsedad de todo ese pasaje, pero me interesa remarcar que, no deja de ser reveladora la forma en que presenta los temas, para, de un solo golpe, castigar al feminismo y al ecologismo, al tiempo que tildar a todos quienes comparten esos valores, como asesinos sangrientos, oponiéndolos a las concepciones provida contrarias a la interrupción del embarazo de forma regulada.

Pero donde más me quiero detener en este breve artículo es en la expresión que utilizó Milei para referirse al hecho histórico de la llegada de las naves españolas al territorio americano: habló del “Descubrimiento de América”.

Alguien puede pensar que se trata apenas de un error sin trascendencia o poco relevante en el contexto de Davos, porque, además, no es el primero (me temo que tampoco el último) presidente o alto dignatario argentino que usa esta expresión o la valida de alguna forma.

Sin ir muy lejos, el presidente Fernández, antecesor de Milei, en algún discurso bastante comentado, repitió el absurdo histórico de que los argentinos descienden de los barcos europeos, como si el territorio del país del sur no hubiera tenido personas habitándolo antes del arribo de españoles, italianos y otros migrantes, sin tomar en cuenta tampoco, a las naves esclavistas.

Lejos de ello, la expresión, tiene una enorme relevancia para entender las ideas y trayectoria del gobierno argentino en curso.

A estas alturas del Siglo XXI, emplear la expresión “descubrimiento” en lugar de conquista, invasión u otras similares, no puede ser entendido como una casualidad ni menos una nimiedad, sino el apego a una doctrina a todas luces funcional para los intereses económicos y políticos del ultraliberalismo.

Un estudio del año 2014 de las Naciones Unidas sostiene que la denominada “doctrina del descubrimiento” se origina en bulas papales sobre la base de la pretendida superioridad racial de los cristianos.

El llamado “descubrimiento” ha sido utilizado como marco justificativo para deshumanizar, explotar, esclavizar y subyugar a los pueblos indígenas y despojarlos de sus derechos más básicos, sus leyes, su espiritualidad, cosmovisión, así como sus tierras y recursos. En última instancia, es el fundamento mismo del genocidio.

Los efectos de la doctrina del descubrimiento siguen siendo devastadores, de gran trascendencia e intergeneracionales tal como expresa en su informe el Relator Especial de la ONU sobre los derechos de los Pueblos Indígenas, señalando que la doctrina del descubrimiento combinada con las doctrinas conexas de la conquista y la superioridad racial europea, fue una fuerza impulsora de las atrocidades cometidas contra los pueblos indígenas a escala mundial, cuyas consecuencias siguen dejándose sentir.

Mas recientemente, en un comunicado público de marzo del año 2023,  el Vaticano consideró necesario establecer que la “doctrina del descubrimiento” no es parte de la concepción católica, sino que, los documentos relacionados al tema fueron escritos en un período histórico específico y relacionados a cuestiones políticas, pero no son parte de la fe católica ya que las bulas papales de entonces (Dum Diversas (1452), Romanus Pontifex (1455) e Inter Caetera (1493)),  no reflejaban adecuadamente la igual dignidad y los derechos de los pueblos indígenas.

Como señala el Vaticano, el concepto jurídico de “descubrimiento” surge en el siglo XVI consolidándose en la jurisprudencia del siglo XIX, en los tribunales de diferentes países, según la cual el descubrimiento de tierras por parte de los colonos concedía el derecho exclusivo de extinguir, mediante la compra o la conquista, el título o la posesión de dichas tierras por parte de las poblaciones indígenas.

Dicho de otro modo, sostener hoy día la vigencia de la “doctrina del descubrimiento” no es más que una argucia política y pseudo jurídica para facilitar la apropiación y explotación de tierras y territorios que o bien están en manos de comunidades indígenas o bien estas cuentan con títulos legales aunque en muchos casos irrespetados por las autoridades y las empresas privadas.

Además, esta “doctrina del descubrimiento” tiene plena coincidencia con los fundamentos históricos, sociales y económicos que el presidente Milei ha expuesto en varias ocasiones, por ejemplo en su discurso de toma de posesión, o en la consideración del proyecto de ley denominado “Ley de Bases y Puntos de Partida para La Libertad de los Argentinos” del 27 de diciembre del año 2024.

El título de la iniciativa de ley es tomado del texto más importante de Juan Bautista Alberdi, el documento “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”, escrito en el año 1852 y que se considera el insumo conceptual más importante de la constitución argentina del año siguiente.

En ese texto, Alberdi afirma que “América ha sido descubierta, conquistada y poblada por las razas civilizadas de Europa”.

A mitad del Siglo XIX el autor entiende que “gobernar es poblar” porque según su percepción, o bien no había habitantes en el territorio argentino o los que había no alcanzarían para los objetivos nacionales.

Por ello entiende que la Carta Magna argentina debía ser hecha para poblar el suelo “solitario” del país y para alterar y modificar la condición de la población actual.

“Necesitamos una política de creación, de población, de conquista sobre la soledad y el desierto”.

Además, no se trataría de cualquier población sino una diferente a la existente en ese momento:

“Con tres millones de indígenas, cristianos y católicos, no realizaríais la república ciertamente”, por lo cual propone que se fomente la presencia de población anglosajona porque ella “está identificada con el vapor, el comercio y la libertad, y no será imposible radicar estas cosas entre nosotros sin la cooperación activa de esa raza de progreso y civilización”.

Lo notable no es tanto la concepción de Alberdi, que en realidad en su época no era excepcional y que, como ocurre con cualquier hecho histórico, deber ser ubicada y analizada de acuerdo con su contexto, sino que el hecho de que el presidente argentino en el año 2024 confiese basar su gobierno en estas ideas.

En los hechos, la “doctrina del descubrimiento” se expresa, por acción y omisión, en la principal iniciativa política que hasta el momento ha promovido su gobierno, la “Ley de Bases y Puntos de Partida para La Libertad de los Argentinos” también llamada “Ley Ómnibus” por su extensión y variedad temática ya que tiene más de 600 artículos y versa sobre una gran cantidad de asuntos.

Por acción porque mucho del articulado se destina a modificar, en general eliminar en lo sustantivo, la legislación protectora y/o reguladora del uso de la tierra y los recursos naturales, como por ejemplo es el caso de la modificación profunda de la “ley de bosques nativos” número 26331 con el claro objetivo de permitir la eliminación de los bosques para avanzar la frontera agrícola.

Esta modificación está estrechamente relacionada con otros cambios propuestos como por ejemplo de la regulación actual sobre la posibilidad de realizar quemas masivas para explotación económica o también la limitación de compra y venta de tierras para personas extranjeras o la legislación sobre los glaciares, entre otros aspectos.

Pero también por omisión porque, en ningún lugar se hace la más mínima mención de los pueblos y comunidades indígenas que o bien son propietarios o tenedores de varios de las tierras en cuestión, o bien cuidan de los recursos naturales a partir de un uso equilibrado y consistente con su mantenimiento y desarrollo.

Recordemos que Argentina desde hace muchos años ha incorporado a su legislación el Convenio Nro. 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales, que ordena, entro otros contenidos que, antes de adoptar cualquier medida administrativa o legislativa que pueda afectarles, los pueblos indígenas deben ser consultados y brindar su consentimiento para ello.

La “doctrina del descubrimiento” que desprecia la existencia y por tanto la opinión de la población originaria y que fundamenta la apropiación de sus tierras del “desierto” del que escribía Alberdi, bajo ningún concepto puede tolerar la participación de los pueblos originarios en la toma de decisiones, menos en aquellas de alto interés económico para las grandes corporaciones.

En demostración de su nueva “amistad” Elon Musk mandó un mensaje a Milei luego de su discurso en Davos: “so hot, m…” decía, mientras un caballero seguía atentamente el discurso del presidente argentino a pesar de estar acompañado por una mujer desnuda…. No se si realmente habrá estado motivado por la brillantez discursiva o por la posibilidad de ser beneficiado con el litio argentino.

En cualquiera de las dos hipótesis, difícilmente ninguno estará pensando en consultar a los habitantes de los territorios donde puedan explotar el metal, sino la extracción sin molestos colectivos que obstaculicen a los héroes del mundo.