El día 3 de mayo, un comunicado del gobierno argentino reaccionaba ante ciertos comentarios del ministro de transporte español que habría sugerido la ingesta de algún tipo de sustancias por parte del presidente del país sudamericano.
Más allá de otras consideraciones sobre este episodio, destaco una afirmación contenida en el mensaje oficial emitido por el gobierno argentino: “Pedro Sánchez…ha puesto en riesgo a las mujeres españolas permitiendo la inmigración ilegal de quienes atentan contra su integridad física…”
Fiel a su habitual estilo de lanzamiento de epítetos y afirmaciones sin sustento, el presidente argentino parece sostener que la causa de las agresiones contra las mujeres en España se relaciona con la población migrante. El carácter falso y discriminatorio de este aserto es notorio.
Pocos días después, el 7 de mayo, la Organización Mundial para las Migraciones publicó su informe 2024 en el cual se incluyen una multiplicidad de datos e informaciones muy relevantes para entender la dinámica migratoria en el mundo entero.
En el capítulo 5 se incluyen reflexiones sobre la pretendida (por algunos) relación entre las personas migrantes y la seguridad que, indirectamente, refutan totalmente lo afirmado por el gobierno argentino.
“Seguimos presenciando la vinculación entre migración y seguridad a través de narrativas erróneas de “amenaza” que buscan retratar a los migrantes internacionales como peligros para países y comunidades. La retórica que enmarca la migración en términos de seguridad nacional o estatal surgió hace décadas como parte de justificaciones discursivas para respuestas extremas (a veces militarizadas) a la migración.
Sin embargo, la realidad es que el vínculo más significativo entre la migración y la seguridad se relaciona con la seguridad humana de los propios migrantes. La vulnerabilidad de los migrantes a lo largo del ciclo migratorio es evidente en todas las etapas y en una amplia variedad de manifestaciones durante la partida, el tránsito, la entrada, la estancia y el retorno”. [1]
Es decir, no solo es falso que las personas migrantes generen por si mismas situaciones de inseguridad social, sino que, la evidencia demuestra que quienes son vulnerables en sus derechos fundamentales, son las propias personas migrantes.
El Informe destaca que la migración internacional sigue siendo un impulso para el desarrollo humano y el crecimiento económico lo cual se refleja en el aumento de más del 650% en las remesas internacionales de 2000 a 2022, pasando de 128.000 a 831.000 millones de dólares anuales.
En la medida de que de ese total, 647.000 millones fueron enviados por los migrantes a países de bajos y medianos ingresos, conforman una porción muy significativa del PBI de esos países y en todo el mundo han superado a las inversiones extranjeras directas.
En 2022, India, México, China, Filipinas y Egipto fueron los cinco principales países receptores de remesas, aunque India se situó muy por encima de los demás, con un total de remesas entrantes superior a 111.000 millones de dólares.
En cuanto a los principales lugares de procedencia de las remesas, los Estados Unidos de América, desde hace muchos años, ocupan el primer lugar entre los países de origen de remesas (en 2022 fueron 79.000 millones de dólares) seguidos de Arabia Saudí (39.000 millones), Suiza (31.900 millones) y Alemania (25.600 millones).
Sobre un total de 281 millones de migrantes internacionales en todo el mundo, se registra un aumento de personas desplazadas ya sea por los conflictos, violencia u otros motivos, ya que la cifra llega a 117 millones de personas. Por ello se habla de una crisis del desplazamiento, una categoría de movilidad humana que implica situaciones de alta vulnerabilidad y trayectorias personales dramáticas en su inmensa mayoría.
Sin embargo, la mayor parte de la migración es regular, segura y enfocada regionalmente, directamente vinculada a las oportunidades y a los medios de subsistencia, a pesar de las narrativas ampliamente difundidas que ponen el énfasis en otros aspectos, en general sin sustento fáctico, como la afirmación del gobierno argentino mencionada al inicio de este artículo.
Deben tenerse presente otros dos datos fundamentales, para entender globalmente el fenómeno migratorio:
En primer lugar, que la enorme mayoría de las personas en el mundo no migran, sino que permanecen en sus lugares de origen, más allá de las situaciones sociales, políticas y económicas que deben vivir en sus países de nacimiento. Por eso, el total de los migrantes en el mundo no llega ni al 4% de la población mundial.
Sin embargo, existen notables disparidades, según los países analizados. Por ejemplo, hay países como los Emiratos Árabes Unidos donde las personas migrantes llegan casi al 90% de su población total. Otros países árabes también tienen altos guarismos de personas migrantes en sus territorios.
Por otro lado, la gran mayoría de las personas que migran no cruzan fronteras internacionales, sino que permanecen dentro de sus países: para el año 2009 se registran alrededor de 740 millones de migrantes internos.
Aunque los datos globales, regionales y también locales son contundentes en cuanto a la gran relevancia social y económica que tiene la movilidad humana para el desarrollo, todos los días escuchamos voces que tratan de endilgar al “extranjero” la responsabilidad de problemas nacionales y jamás se destacan las virtudes de su presencia en lugares distintos a los de origen.
Parece muy difícil de creer que quienes promueven esta versión criminalizante y discriminatoria, no estén advertidos de la falta de sustento de sus afirmaciones.
Da la impresión de que es más fácil hacer recaer culpas en los más vulnerables, sobre los más indefensos, en lugar de admitir que las causas profundas de los problemas están en otros lados e implican a otros responsables.
[1] OIM, Informe sobre las migraciones en el mundo, Dhaka/Ginebra, mayo de 2024.