Los caprichos del destino hicieron que el 20 de enero del año 2025, día de Martin Luther King Jr., coincidiera con la asunción del presidente número 47 de los Estados Unidos de América: Donald Trump.
El primer presidente de ese país que asume luego de ser condenado penalmente y de ser víctima de al menos dos atentados contra su vida en plena campaña electoral, hizo un discurso fiel a su estilo: rimbombante, plagado de falsedades, contradictorio y pleno de promesas de un futuro conflictivo para la región y el mundo.
En un párrafo de su discurso recordó la fecha de Martin Luther King Jr. señalando que “…en su honor, vamos a conseguir que su sueño sea una realidad”.
Luther King Jr. junto a muchos otros hombres y mujeres de su tiempo, lucharon incansablemente por los derechos de las personas afroamericanas, no solo por sus libertades civiles sino por todos sus derechos fundamentales.
Sin dudas, si bien hubo avances notables, aún se está muy lejos de la igualdad sustancial. Solo alcanza con ver los datos de su sobrerrepresentación entre las personas en situaciones de pobreza o en el sistema carcelario, por citar algunos ejemplos.
Sin embargo, el presidente Trump ha anunciado que su administración dejará de “gestionar socialmente raza y género en todos los aspectos de la vida pública y privada…promoviendo una sociedad que no discrimine por color y se base en el mérito”.
Sin perjuicio de que se debe compartir la no discriminación como un objetivo, las políticas públicas que desconocen que el punto de partida de las mujeres y de determinados sectores o grupos sociales es notablemente desventajoso en relación con los hombres de las clases y sectores sociales de mayor poder, solo llevan a profundizar las diferencias y desigualdades.
Mientras Luther King jr. fue un gran luchador por los derechos de las personas trabajadoras sin distinciones de color u origen, el actual presidente de la unión americana ha iniciado su gobierno tomando medidas contra las personas migrantes, la gran mayoría de ellas, personas trabajadoras.
El nieto de migrantes alemanes, casado con una migrante del este europea y que ha nombrado con secretario de Estado a un hijo de emigrantes cubanos, ha dicho en su discurso que:
“Lo primero, voy a declarar la emergencia nacional en la frontera sur del país. Toda entrada ilegal será detenida inmediatamente y comenzaremos el proceso de devolver a millones y millones de extranjeros delincuentes a los lugares de los que venían”
Entre las medidas adoptadas en sus primeras 24 horas de gobierno, pretende rechazar la nacionalidad estadounidense a los niños y niñas nacidos en EE. UU. de padres migrantes indocumentados, aunque uno de ellos tenga la papelería en orden.
Como ha expresado la organización Justice in Motion, los trabajadores migrantes son la columna vertebral de muchas industrias, agricultura, atención médica, la construcción al tiempo que deben enfrentan una gran explotación y serios obstáculos para que se respeten sus derechos laborales. Cumplir con el sueño del Luther King jr. debería promover su protección, de lo cual, nada se ha dicho en el discurso del presidente Trump.
Al contrario, la idea es reprimir: “Vamos a restaurar la política de ‘Quédate en México’. Voy a acabar con la práctica de atrapar y soltar. Voy a enviar soldados y tropas a la frontera sur para repeler la vergonzante invasión de nuestro país”.
En un discurso fundamental pronunciado en el año 1967, Martin Luther King jr. se opuso a la guerra en Vietnam con la clara necesidad de ser coherente entre las demandas dentro y fuera de su país.
En esa oportunidad expresó: “Sabía que nunca más podría alzar mi voz contra la violencia de los oprimidos en los guetos sin primero hablar claramente al mayor proveedor de violencia en el mundo hoy día, mi propio gobierno”.
En el día de la igualdad (en virtud de la fecha dedicada al gran luchador por la paz), el jefe de la nueva administración norteamericana, al mismo tiempo que desea ser recordado como un pacificador (“Mi legado más orgulloso será el de ser un pacificador y alguien que unifica”), reafirmó lo que ha venido anunciado desde hace mucho tiempo: su impulso decidió para que EE. UU. sea “…más grande, más fuerte y mucho más excepcional que nunca”, un objetivo difícilmente compatible con la paz en el mundo.
El discurso de Luther King del día de su asesinato (3 de abril de 1968) conocido como “He visto la tierra prometida”, contiene un potente mensaje sobre no solo el deseo, sino de la necesidad de la paz en el mundo:
“El hombre por años ha hablado de la Guerra y la Paz. Ya no se trata de una opción entre la violencia y la no-violencia en este mundo; es no-violencia o no-existencia. Y en eso estamos hoy”
Aún la más benevolente lectura del discurso inaugural del presidente Trump no permite encontrar relación alguna con el pensamiento de Luther King jr.